Hace unas semanas, en una página de noticias de nuestro pueblo, www.aguilarnoticias.com, publicaron la siguiente LOA a nuestro titular. Como creemos que puede ser de vuestro interés la difundimos desde nuestra web para que quede a modo de archivo. 

"Reproducimos hoy un artículo que nos ha enviado el profesor de Historia Ángel Sánchez Redondo. Intervino hace algunos años en los Viernes del Nazareno durante la Cuaresma y leyó esta Loa a Jesús Nazareno que ha querido compartir con los lectores de este periódico digital. 

  

"¿Qué tienes tú Nazareno? ¿Qué es lo que tu imagen transmite? Que al más indómito tu presencia aplaca, transmutas en alegre cualquier rostro triste, anulas amargos pensamientos y a la noche conviertes en alba. Esperando tu bendición, mientras aparecen los romanos a ejecutar el prendimiento o en tu recorrido por las calles, haces breves y ligeras las esperas dilatadas, liviano el pesado cansancio, atemperando los estómagos ansiosos de pitanza. Dibujas sonrisas, aceleras los corazones y abrigas los hombros desnudos con cálido manto si hace frío, o das frescor y sombra si la calorina lo demanda.Unas gotas de agua entristecen la alegría en Viernes de Dolores o Viernes Santo y la expectante algarabía deviene en silencio y llanto. Cuando se dispara la alerta -cornetas y tambores suenan-, por verte asomar por la calle no hay cuello que no busque tu enseña. Se acercan decenas de túnicas, capirotes y cíngulos morados, arropados por una capa blanca, y en el hombro izquierdo la roja cruz de Santiago. Callan los tambores, los corazones suenan, porque te acercas tú Nazareno, que eres sangre de sus venas. Resoplan los costaleros, se oyen los pasos que arrastran, lijando los adoquines de Semana en Semana Santa. El pueblo sigue atento, los cinco sentidos alerta, que quieren oler las flores y la cera de las velas, tocar el trono y tu manto, ver tu cara muy de cerca, oír tambores, cornetas, y los pasos que te arrastran, si el hondo latir de su corazón les deja, y si tu trono fuera alimento por dar placer al gusto, seguro que cometerían colectiva irreverencia. Esas zapatillas de esparto, al pueblo te acercan, que te quiere ver y tocar, que no tiene voluntad, porque eres tú quien les gobierna. Cuando pasas a su lado ahora toca callar, la respiración se contiene, por un haz parece su mirada iluminada. Con la suya emocionada buscan tu penetrante y taciturna mirada, tras de la cual sienten tu drama, con el fruncido ceño que dibuja tu frente arrugada, tu nariz larga y fina y tus cejas arqueadas; se fijan en tus manos, de bendecir bien ejercitadas, con los músculos, los tendones, y las venas bien marcadas, reparando en los hilos de sangre que por el cuello, la nariz y las comisuras de los labios resbalan, maldiciendo al que eso te hizo y no haber podido hacer nada, queriendo emular a Simón, ayudarte con esa tabla tan pesada.
Aguilar, ¿qué tiene tu Nazareno, qué tu Semana Santa? Que tanto te subyuga, te ennoblece y al tiempo, te agita y te calma. Que lo vives con tanta pasión, con tanto respeto y con tanta ansia. Que tanto te obnubila, te hace temblar el cuerpo y te deja boquiabierta el alma. Que te bloquea cualquier otro pensamiento, que te relaja y llena tu espíritu de esperanza. ¿Qué tienes tu Nazareno? Que viven tu Pasión, de forma tan apasionada. Que les alumbras como un sol, aunque sea noche cerrada, que ni sienten ni padecen ni consideran aguada el agua. Y cuando la Semana Santa es acabada, a los pies se les cae el alma, que no saben si reír o llorar, que no se emocionan con nada, que si gozaban con tu presencia, tu ausencia les ha traspasado tus llagas; que empiezan a contar los días para tu llegada como esperan el sol cada mañana y aunque vengan a verte cada viernes, eso es migaja, es casi nada. Que te quieren ver en la calle, a los hermanos de tu cofradía se lo demandan, que quieren ver tus cabellos ondear en lontananza, y decir: ese es mi Cristo, Nuestro Padre Jesús Nazareno se llama. Yo no he querido contar ni quiero, Nazareno, lo que en ti hay de madera y de marinero, sino el efecto que produces en cualquier aguilarense, en unos más y en otros... no menos."
Ángel Sánchez Redondo"

 

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